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— 140 — tes, levitas y cuantos habían vuelto del cautiverio, celebraron las fiestas de la dedicación con grandes regocijos, inmolando infinidad de becerros y carneros como ofrenda al Señor por los pecados del pueblo. 103. Reparación de las murallas de Jerusalén. Nehemías, que desempeñaba el cargo de copero mayor en la corte de Persia, obtuvo de Artajerjes 1] un decreto en el año XX del reinado de este monarca para que se reconstruyeran las murallas de Jerusalén; lo cual no se había permitido antes, á fin de que los judíos no pudiesen defenderse dentro de ellas en el :aso de que se rebelasen contra los persas Las obras, dirigidas por el mismo Nehemías, se emprendieron con grande actividad. Env diosos de los judíos los pueb'os circunveci- nos no perdían oportunidad para inquietarle:, em- pleando cuantas estratagemas se les ocurrían para impedir las obras ; mas los judíos, alentados constan- temente por Nehemías, trabajaban día y noche, des- cansando unos, mientras otros les sucedían en el tra- bajo, y al cabo de cincuenta y dos días quedaron ter- minadas las murallas. Nehemías emprendió á conti: nuación una serie de reformas en las costumbres de los judíos, que no logró ver realizadas por completo. Unos treinta años más tarde, Artajerjes III permitió á Esdras llevar consigo á Jerusalén á mu- chas familias judías, que permanecían en la provincia de Babilonia, encantadas de la fertilidad de los cam- pos de Mesopotamia. El objeto de la misión de Esdras, según consta en la carta del rey de Persia, era ense- ñar la ley del Señor á los judíos. Esdras continuó y llevó á feliz término las reformas comenzadas por Nehemías. Quedó, pues, el pueblo de Israel constituído en nación, formando bajo la soberanía de Persia, sin dis-

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