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132 pues, Nabucodonosor una estatua de oro de sesenta codos de alta, y la colocó en el campo de Dura, en k provincia de Babilonia, para que asi los grandes del reino como los plebeyos la adorasen, hincando en tierra sus rodillas. Los transgresores del decreto real eran al punto introducidos en un horno de fuego yi. vísimo. Ananías, Misael y Azarías rehusaron cumplir la orden de Nabucodonosor, quien, loco de furor, man. Un ángel saca del horno á los compañeros de Daniel. g dó que ataran de los pies á los tres jóvenes y los me tieran en el horno ardiente, cuyo fuego no cesaron de avivar con betún, estopas, pez y sarmientos. Tan vivo era el fuego, que los verdugos quedaron abra: sados con sólo acercarse á la boca del horno ; mas los jóvenes hebreos paseaban en medio de él alabando al Señor, acariciados por una brisa fresca y agra- dable. Espantáronse todos muy mucho á la vista de este

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