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Tú la estabas mirando, cuando, sin que mano alguna la moviese, se desgajó del monte inmediato una pie- dra, que, al herir los pies del coloso, lo hizo desplo- mar; mas la piedra fué creciendo hasta hacerse una montaña inmensa, que cubrió la tierra. «La interpretación del sueño es ésta : Tú mismo eres la cabeza de oro, porque el Dios del cielo te ha dado fortaleza, imperio y gloria sobre la tierra. Des- pués de tu reinado vendrá otro menos poderoso, re- presentado por el pecho de plata; seguirá un ter- cero, fuerte como el bronce, porque dominará hasta en lejanos países; y aparecerá, por fin, un cuarto rei- nado, figurado en las piernas de hierro, cuyos pies, compuestos de hierro y de barro, significan que ha- brá divisiones en él. Sobre las ruinas de todos esos reinos suscitará Dios uno nuevo, cuyo cetro no tras- pasará jamás á otra nación, y creciendo como la piedra desprendida del monte sin el concurso de hombre alguno, llegará á absorber todos los reinos de la tierra y subsistirá eternamente. » Apenas acabó el profeta de hablar, confesó Na- bucodonosor, entusiasmado, que el Dios de Daniel era el Dios de los dioses y Señor de los reyes y el que re- vela los arcanos; colmóle de honores y constituyóle principe de las provincias de Babilonia y presidente de los magistrados. Además, á ruegos del mismo pro- feta, puso por gobernadores de Babilonia á Ananías, Misael y Azarías, compañeros de Daniel. 96. Los tres jóvenes en el horno. Embriagado el rey caldeo con las victorias que obtuvo en Elán, Siria y Judá, quiso hacerse adorar como dios. Incitáronle sus cortesanos á tomar esta determinación, no sólo por adularle, mas también por juzgarla ocasión oportuna para perder á los tres jóvenes hebreos, de quienes estaban envidiosos. Hizo,

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