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123 — agrado en todos los días de mi vida. » Oyó el Señor sus “o 4 .. . a > súplicas, y le otorgó vivir quince años más en la mayor paz y prosperidad. 90. Ultimos reyes de Judá antes del cautiverio de Babilonia. Manasés sucedió á su padre Ezequías en el tro- no, mas no en la piedad y en la justicia; pues hizo derramar sangre inocente hasta inundar á Jerusalén, según la enérgica frase del sagrado texto. Restable- ció el culto de los ídolos, suprimido por Ezequias, siguiendo el pueblo tan locamente el ejemplo de su rey, que, al lado de las abominaciones de Judá, eran excusables las cometidas por los mismos paganos. No bastaban las enérgicas reprensiones de Isaías para detener la corriente de impiedad del rey, quien, can- sado al fin de las amonestaciones del profeta, mandó que le aserraran el cuerpo por el medio. No se dejó esperar mucho tiempo el castigo del cielo : los asirios pusieron sitio á Jerusalén, la saquearon, y llevaron ásu rey cautivo á Babilonia. Escarmentado Manasés al verse reducido á esta desgracia, reconoció su pecado y humillóse ante el señor, cuya misericordia imploró muy de corazón; y Dios, siempre inclinado á la bondad, le tornó á Je- rusalén, donde consagró el resto de sus días sirviendo al Señor con fidelidad, después de haber derribado los altares erigidos á los ídolos. Su hijo Amón imitó á su padre en la maldad; mas no en la penitencia. Muy otro fué el proceder de Josías, príncipe piadoso, que restableció el culto del verdadero Dios y destruyó los templos de los ídolos, no solamente en Judea sino también en las tribus de Israel sujetas á su obediencia.

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