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118 á Ragés, y juntos volveremos. » Cuando tuvieron to. do preparado, se echaron a andar los dos viajeros, seguidos por el perro de la casa. Al caer de la tardi llegaron á orillas del río Tigris; y apenas puso To. bías sus piés en el agua para lavárselos, fué acometi. do por un enorme pez. En el primer momento reli. róse Tobías asustado; mas repuesto después del mie- do por las palabras de su compañero, arremetiól con valor y, cogiéndole de las agallas, sacólo á ras. tras á la orilla. Mientras daba el pez fuertes sacudi. Tobías y el ángel San Rafael. das en el suelo, abrióle Tobías por encargo del ángel, y guardó el corazón, la hiel y el hígado ; de la carn se sirvieron para alimentarse durante el camino. Cuando llegaron á Ecbatana, capital de Media, díjole el ángel: «Vamos á hospedarnos en casa di tu pariente Raguel, y te aconsejo que le pidas por es- posa á su hija única Sara, que seguramente te la con- cederá. Pero después de haberos casado, pasaréis los tres primeros días entregados á la oración, á fin de que no os suceda desgracia ninguna. » Alegróse

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