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99 arrepentimiento de haberlo cometido, hasta que el Señor, en su infinita misericordia, le envió el profeta Natán para recordarle sus crímenes y moverle á hacer la debida penitencia. Señor, le dijo el profeta, dos hombres había en una población ; muy rico el un», y el otro pobre. El primero poseía muchos rebaños de carneros, mientras el segundo sólo tenía una oveja, que estimaba grande- mente. Un día, vino á hospedarse en casa del rico un amigo suyo; y dejando intactas sus manadas de bueyes y corderos, robó al pobre su ovejita, y la ade- rezó para obsequiar á su amigo. » Al oirlo, exclamó indignado David : «¡Vive Dios que ese hombre debe morir | » « Tú eres ese hombre, » le replic) Natán con intrepidez. « ¿No hiciste tú morir á Urías con el hie- rro enemigo para tomar á su mujer Betsabé ? Por esto la discordia no saldrá de tu casa, y de tu misma familia ha de surgir tu aflicción y tu castigo. » Re- conociendo David su pecado, lo lloró amargamente, y exclamó entre sollozos y lágrimas : «¡He pecado con- tra el Señor ! » Quien resistiere á la tentación desde el principio, vencerá. Cuanto más tiempo tarda uno en resistir á la tentación, tanto más flaco se hallará para combitarla, y más fuerte el enemigo para atacarle. 71. Rebelión de Absalón. Era Absalón joven de extremada hermosura y amado tiernamente de David, que por lo mismo sin- tió sobremanera la rebelión del pérfido hijo. Antes de rebelarse contra su padre, comenzó á murmurar de su gobierno para conquistarse adictos: traza de que se sirven comúnmente todos los traidores. Luego se retiró á Hebrón, donde organizó la conjuración y atra- jo gran número de personas á su partido, contándose entre ellas Aquitofel, consejero de David. Habiendo > e me +
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