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33 De la Confesion nios, si te condenas. Y para que escara mientes en cabeza agena, y temasro te suceda semejante desdicha oye este hor. rible caso, que aunque es muy sabido, es de muchos olvidado. Reficrele el P, Naxara Capuchino: Espejo Mistico fol, 52. y otros. Pasaban de camino dos Re- ligiosos por cierto Lugar; fueron a la Iglesia á hacer oracion : Llegó una Se= ñora, al parecer muger principal, al mas anciano, pidiéndole la confesase, Holgóse mucho, por ver se le ofrecia ocasion en que aprovechar una alma, Confesóla con mucho agrado, porque reconocia se hallaba algo turbada ¡ó Ve: nerables Señores Confesores dilatemos los ánimos, y procuremos ganar el co= razon al Penitente, que á lo menos si no se aprovecha, habremos justificado la causa de Dios! Fue confesando muchas torpezas, y culpas que tenia calladas anuchos años , sin atreverse á confesar. las. El compañero, que en el interin se habia retirado á una capilla á hacer ora- cion , vió que como se iba confesando aquella muger infelíz , iban saliendo de su boca gran multitud de sapos, unos mas grandes que otros y que en ilera unos
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