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y Comunion, Trat, VI, 405 Dios! quan justos, pero quan terribles son tus castigos. Pagóla muy presto el mal compañero , urdidor de aquel en- gaño , porque quiso Dios dar en él un grande exemplo de terrorá losque subs. tirutos del demonio, meten al inocen= te con artes diabólicas por los caminos de la malicia, Vueltos pues, los dos ca» zadores por la tarde á la Ciudad, se par- tió el uno del otro para sus casas, don- de despues de la cena se recogieron al reposo. La mañana siguiente, el mozo engañado, quiso pasar por casa de su amigo para que yendo los dos juntos á la escuela , lo escusase con el Maestro, «segun lo prometió. Llegó á la puerta de la casa, € hizo instancia para que le llegasen á su amigo, La madre, que -se halló alli presente, respondió, que aun no se habia levantado su hijo de la camaypero que al punto irian-á desper- tarle. Pusose , pues , la misma madre al pie de una escalera', que subia al quar- to de su hijo, y desde alli con voces bien-altas, comenzó á llamarle : Barto= lomé (que asi se llamaba el desdichado) "Bartolomé , á la escuela, No se oyó tes puesta , con que esforzando la voz; la Cc 3 mas

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