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386 De la Confesion y al Rosario: que no riñan entre sí, mi jueguen á naypes nijuren, ni sean men: tirosos y sobre todo, que se guarden de todo vicio de deshonestidad huyen= do de malas compañias, castigando esa tos excesos mas que los de la lecccion reficiéndoles algunos exemplos , 8 Los niños son como los arbolitos tier- nos, que si al principio no se crian rec: tos, despues solo sirven para el fuego, El bien ó mal de las Repúblicas, depen- de en gran parte de la buena ó mala edu: cocion de los Maestros. Y aunque los adres tienen obligacion de educar á sus hijos3 pero quando van ú la escuela descargan en mucho su conciencia con ellos y á vecesó casi siempre los sugel mejor el Maestro, que el padre Ó más dre, porque estos con el amor natura, suelen disimular lo que no €s justo, Y cen muy mal algunas madres de po- “cojuicio, que porque el Maestro castle gó al muchacho (que siempre habrá muy sobrados motivos para ello) vaná la escuela como unas sierpes Y leona 4 alborotarla y aun el barrio y quizá lk quiran del todo que vuelva, con qu le ponen de peor calidad. Y asi o

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