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322 De la Confesion morada á su pasion y vanidad) que quie zá no les valdran en el juicio de Dios, No me quiero ahora meter 4 dispurar opiniones: Pero dime, ¿qué hace al caso (exclama el Venerable € Ilustrísimo Sea ñor Barcia) queno te condenes por el tran ge, que mo tienes por culpagrave., si pon las consecuencias que se siguen , te. condes nas , pues eres ocasion voluntaria de las culpas , que de abi resultan? Teman to» dos (asi los que dan opiniones, coma los que las siguen ) la terrible sentencia del Espíritu Santo, que dice: Est via, que videtur bomini recta , O novissima ejus ductunt ad mortem: Que hay un cas mino, que al hombre le parece recto y seguro 3 pero su fin y paradero es la muerte eterna, (Prob. 16. 25.) ¿Pues qué diremos si se consideran los inumerables daños, que tales profa= nidades causan en las haciendas? Digalo hoy la pobre España , nunca mas per. dida , ni nunca.mas profana ; mo se en quién mas, si en los hombres, -ó en las mugeres. ¿Qué cosa tan extraña, que un hombre gaste hoy tantos Ó mas diges, y quizá dos ó tres horas e n componete sc, como sl fuera una dama? ¿Y quede trad*

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