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y Comunion, Trat. IV. 299 niescrúpulo , ni te habrás acusado de lo mucho que defectuaste en tales locu- ras! ¿Qué haces en permitir a la hija esos bayles y juegos, sino echar azeyte en la leña para que arda mas? ¿Es posible, que asi olvidas la honra detus hijas?¿Es posible, que no conoces el daño que traes átu casa , con introducir en ella semejante peste? Pero quizá dirás, que con eso se ajustan los casamientos, Y di- me desdichada, ¿qué casorio será el que se sigue de tal principio y fundamento? ¿Qué fines tendrán tan depravados me- dios? ¿Esto es ser madre ó alcahueta? ¿Quántas veces, con la esperanza del ca- samiento, se facilitan las soliciraciones y torpezas!¿Quantas veces saldria tu hi= ja de tal juego, diversion ó junta sin la gracia de Dios? ¿Y quántos casamientos desbaratados se siguieron de esos ba yles y juegos contra la honra y gusto de los padres, quedando llenos de pesadum- bres, que suelen durar por toda la vida, en castigo de su descuido con. las hij:sé Darás por escusa (como algunos sue: len, muy empeñados en def. nderlo)que tu casa es muy honrada , y que los que allise juntan son la parentela y gente de