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ee ae a * F nos, besando devotamente aquel suelo regado todo con la sangre de los dos grandes Apéstoles Pedro y Pablo, y de millones de mértires: los emperadores mis gloriosos, los reyes mds ilustres, los principes rms excelsos han inclinado sus augustas frentes ante aquellas cenizas, preséntando «l principe de los Apés- toles sus cetros de oro, sus coronas de brillantes, y ofreciéndole ‘su espada para defender aquel sue- lo sagrado de la opresion del enemigo. ;Ddnde es- tais, sombras augustas? No habeis muerto, no. To- davia corre vuestra sangre por las venas de reyes po- derosos y emperadores magninimos. Estos tienen que levantarse 4 defender el derecho publico; el na- tural, el de gentes siquiera, el suyo que se ve ame- nazado por las doctrinas revolucionarias: estos han de empuiiar la espada, para cumplir el testamento de sus poderosos ascendientes: y jay de ellos si no lo hacen! jay del mundo si con la indiferencia de los en- _-cargados por Dios, como ministros de su reino uni- versal, para defender la inocencia oprimida y la jus- ticia ultrajada, se permite que tenga una sancion cri- minal el mayor de los sacrilegios de nuestros tiem- pos! Llegé la hora para los reyes que quieran tras- mitir 4 sus hijos un cetro, y 4 las edades venideras una pagina de gloria: 6 levantarse luego, 6 disponer- se 4 perecer mas pronto 6 mas tarde. Los sohadores de la repiblica universal han estado predicando cru- zadas contra el Vicario de Cristo veinte afios; y al ca- bo han preparado el camino para la obra de iniqui- dad, y han visto la consumacion del gran atentado. Animados con el suceso, fausto para sus aspiracjo- “es, mafiana empezaran una nueva cruzada contra todo emperador y todu rey. El levantarse ahora, sera 4 20

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