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doctrinas, y por efecto de tantas invasiones, que han fundado su derecho en Ja fuerza brutal. La paz de la tierra esta: muy comprometida; el fuego de los anti- guos cruzados, para ir 4 librar el sepulero, que para siempre ha de ser glorioso, empieza 4 recorrer la tierra; y de aqui 4 poco, quizds, solo hard falta un Pedro el ermitaio, quae empiece 4 recorrer el mundo, llamando 4 los combatientes de érden del cielo, 6 al- gun nuevo San Bernardo, que les predique de parte de Dios, y los inflame mas y mas en sus santos de- signios. ’ Roma es la Jerusalen “de la ley de gracia> alli es- ta el sepulero de aquel que, el primero de todos los hombres,-ha sido lugar-teniente de Dios en la tier- ra: alli estan los restos preciosos, ante los cua- les*se han postrado millones y millones de peregri- del Piamonte y los planes preconcebidos por el célebre Ca- vour y unos cuantos mas conjurados contra el dominio temporal del Papa. En cuanto & la descripcion que hace de las revoluciones y de los patriotas, tiempo ha que la Europa lo ha-podido saber; pues esta viéndolo hace cien anos, Lo que di compasion es, que sea yerdad que la Francia es vic- tima de su caballeria errante en propagar esos principios ab- surdos de Ja nueva politica, El cielo sabe si tamaias desyen- turas no son el castigo y la expiacion del paso_de los Alpes por los doscientos mil, y de las tramas que le precedieron y le siguieron, Si el mal de otros consolase al afligido, nos- otros nos atreveriamos 4 decir 4 esa nacion, digna de con- suelo en sus aflicciones, que espere en Dios, que la salvara, despues de su correccion misericordiosa, y vera un gran cas- tigo sobre la nacion que ha sido mds ingrata hacia el Papa _ que hiicia ella; aprendiendo en si misma entre tanto a no ser- vir al enemigo de la verdad, pues este no paga a nadie de otro modo.

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