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344 con atrevimiento, mientras otros toleraban el progre- so de las tramas impias, y todos han dejado que se despojase al Sumo Pontifice de dos de sus diademas, pretestando algunos el respeto 4 la conciencia publi- cade los usurpadores, que eran duefios de sus actos: de estos, unos se han alegrado con la esperanza del botin, otros se han congratulado con los usurpadores sacrilegos, y otros se han quedado como estatuas sin movimiento: en vista de esto nos preguntamos to- dos: ,qué va 4 suceder? . El escdndalo del despojo de la Iglesia de Cristo, no solo es universal, sino que es un hecho consuma- do en todas sus partes: se habia ido despojando a los miembros mas esclarecidos, y se ha concluido la obra de iniqiidad, despojando 4 la cabeza visible de este cuerpo. {Ha de continuar ese escindalo? jLa socie- dad ha de estar presenciando impiyida el ultimo re- sultado de tanta mentira, como esti oyendo, desde hace demasiados anos? Presagios hay ya de que eso no ha de suceder asi. El mundo ha estado como ale- targado, parte por la embriaguez que le ocasionaban los triunfos parciales de la revolucion, parte por una especie de marasmo, en que habia caido por virtud de ese dpio de libertad, que se le propinaba 4 tragos continuos y copiosos. Pero el mundo empieza 4 des-. perezarse al estruendo de acontecimientos inauditos: en una nacion grande, pero agobiada por un peso de infortunios sin precedente, se esta oyendo un grito sordo que dice: volvamos atras: al principio de autori- dad, al derecho, « la justicia, & la legitimidad; porque si no lo hacemos asi, caemos en un abismo: se empieza co- nocer lo que son las revoluciones y los revoluciona- rios; lo cual es una especie de rafaga de luz, dis-
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