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340 gilenha, que encontrarse en posesion pacifica, sin que ninguno de sus iguales en el principado que Dios le habia dado, interviniese contra sus pretensiones orgullosas? Hubo, al contrario, en el acto, la in- tervencion armada de un principe fiel contra otro apéstata~a la bandera que tenia por lema, zquién co- mo yo?, opuso Miguel otra que decia, ,qui/n como Dios? y diése en el cielo gran batalla, cayendo el dragon en el abistho, y afirmandose la paz en el empirco. El es tambien el que derriba del trono 4 los monarcas que siguen los malos consejos. No vemss lo que se atreviéd 4 hacer con el rey de los reyes? ;No le pre- senté las grandezas de todas las monarquias, sus ri- quezas, sus glorias, y sus vanidades? Y ;por qué hi- zo todo esto, sino porque sospechaba que habia en- cerrada en Jésucristo una dignidad sublime, y mayor que la de todos los reyes? Deseé saberlo con toda certeza; le ofrecié engrandecerlo, extender sus domi- nios, darle muchos sibditos, y proporeionarle cuan- to puede desear Ja ambicion, y apetecer la codicia; pero zpara qué?, para derribarlo: fodo esto le lo daré, le dijo, si cayendo a tierra me adoras. (1) Desenganen- se los reyes, que siguen las maximas de-la revolucion: - el demonio es quien las inspira, para arrojarlos de sus tronos; pues él no paga los servicios que se le prestan, sino con azotes y tiranias. Insensatos son, por tanto, los que han atentado contra los derechos del Sumo Pontifice, adoptando las doctrinas inspiradas por el angel de las tinieblas: el espiritu de la mentira ha presidido sus consejos, y al fin no encontrardn sino su propia ruina. El espiri- (1) Mat., cap. IV, v. 9.
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