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Jeo bastiones que defienden una fortaleza, y preservan su plaza interior del peligro de ser demolida; pero los consejeros malos son la mina latente en los ci- mientos de una casa, que salta cuando ménos se piensa. Estamos asistiendo, hace cien afios, 4 los tris- tes funerales de grandes monarquias, cuya desapari- cion se debe en lo general 4 los doctrinarios, quienes han tenido a los reyes, como magiietizados en una atmoésfera de mentiras, paliadas con mil sofismas; no siendo el menor de ellos ni el ménos peligroso, el que inventaba atribuciones de poder que los reyes no tie- nen, para intervenir en asuntos que les estan veda- dos. Y ,qué es lo que han encontrado los reyes al fin? Su ruina. Admirable es el ejemplo que nos refieren sobre este particular los libros sagrados, en lo que acon- tecid al hijo de Salomon. Habiéndosele presentado todo el pueblo, al ir 4 proclamarlo rey, pidiéndo- le que rebajase las gabelas que su padre les habia impuesto, no quiso, en su aturdimiento, seguir el consejo de los ancianos sibios y experimentados, si- no el de los que habian sido sus compaiieros de ju- ventud, quienes, siendo mozos como él, le aconse- jaron que tratase al pueblo sin consideracion, y le contestase que, si sa padre los habia azotado con varas, él los heriria con gérfios de hierro. (1) Triste fué el re- sultado para Roboan, pues perdid diez partes de su reino. Otros muchos ejemplos tenemos en la historia santa, de lo perjudiciales que son para los gobernan- tes los malos consejeros; pero no és del caso referir- los, ni es este el objeto directo de este corolario, De- (1) Ill. Reg., cap, XII, v. 11.
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