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325 comentandola tambien «su manera los revoluciona- rios. Habia entre tanto en cierta didcesis sita en un pueblo llamado catdélico, y muy catélico, un periddi- co quincenal, religioso-literario, que pasaba por ser una efemérides episcopal; y ese tambien, usando del derecho comun, reprodujo la Enciclica y el Syllabus. Véase ahora lo que ocurrié; y sera una prueba con- vincente de lo libres que son los Obispos en los pue- blos gobernados por doctrinarios, 6 lo que es lo mis- mo, por los lamados catdlicos-liberales. A los pocos dias el fiscal del gobierno presenté la acusacion for- mal contra el enorme crimen, de haberse publicado una Constitucion del romano Pontifice sin el prévio Exequatur; pidiendo la supresion del periddico, una multa de cuarenta mil reales 4 la redaccion, y ade- mis, joh! causa espanto lo que vamos 4 decir: ade- mas, que el niimero que contenia las Letras Aposté- licas, fuese quemado en la plaza publica por el minis- tro ejecutor de la justicia. Preguntamos ahora: jy por qué no se pidid lo. mismo contra otros periddicos? ipor qué no se pidié lo mismo, y algo mis, contra los diarios revolucionarios, por la misma publicacion, y por haber tratado con irreverencia al Maestro de la Iglesia catélica, al Obispo universal de esta Igle- sia? La monstruosidad es tan grande, que no hay pa- ra qué sefalarla con el dedo. Pero debemos decir en honor de la alta magistratura, pues-asi como se nos ha informado de la atusacion, se nos ha instruido de la repulsion de la demanda, que por dos.yeces el tri- bunal desestimé la acusacion fiscal. Entre tanto, todo esto son hechos praecticos. Se ha equivocado por tanto con demasia el autor del suelto del Times, en la apreciacion que forma de
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