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+p pelo pierda en autoridad local. El Papa vendra & pactos con el mundo, se \reconciliara con el siglo. En Roma aprendera lo que se entiende por Iglesia libre en el Estado libre. Tendra que tolerar escuelas 4 la vista de San Pedro, diarios 4 las puertas del Vaticano. De- bera contentarse con gobernar en Roma la Iglesia, como si fuese en Francia, en Inglaterra, en la Bélgi- ca y en los Estados-Unidos; defendiéndose de sus ad- versarios con armas iguales, pasando por el crisol de la diseusion libre, fundando. su poder sobre la per- suasion espontinea, su autoridad sobre la influencia moral. La Iglesia sera. ménos romana, pero mucho mis eatdlica.» (1). Nadie necesita de que se le presenten comenta- rios sobre estas palabras; est:n claros. los designios de la revolucion, y son los mismos del judaismo, del paganismo y del liberalismo moderno. Todo lo que la revolucion quiere que sea el Sumo Pontifice, lo ha sido ya, y cuanto quiere que aprenda, lo tiene muy aprendido. Aquel 4 quien representa, que es rey de cielos y tierra, le enseid lo que podian ser sus Vica- rios, cuando cubierfo de un _retazo de pirpura des- tehida, coronado de espinas, y con una eafia hueca, veia los desprecios y los insultos que le dirigian los revolucionarios de la Judea, arrodillindose ante él, dindole caiiazos y diciendole: Dios le salve, rey de los judios. (2) Tambien han aprendido los Papas en sus santos predecesores de los tres primeros siglos, 4 go- bernar la Iglesia en Roma en medio de persecucio- (1) Gazzet. del Popol. Roma 30 Settemb. 1870, nim. 9, pig, 1, col, 3.4 (2) Joan,, cap. XIX, v. 3. ieee

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