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315 rimas, de no pasar los Alpes los 200,000 hombres a producir desérdenes, sino a librar al Papa de presio- nes extranjeras. Se dijo entonces, que el Papa podia vivir muy bien en el Vaticano, y el rey que fuese de ‘Ttalia en el Quirinal, siendo cada cual gran rey y gran sefior; lo cual en realidad no era otra cosa que pro- pinar una especie de dpio 4 los reyes catdlicos, pa- ra que se adormeciesen; preparar una anagaza que alucinase aun 4 escritores célebres, que defendian con ardor la independencia del Sumo Pontifice; y derramar en todo el catolicismo cien gérmenes de cizaia, mezclados con algunos granos aparentes*de buena semilla. Escusado es repetir lo que todos sa- ben: para preparar el camino 4 la cohabitacion de los dos soberanos en la misma ciudad de Rorna, se empez6 4 decir que era ya tiempo de que.el Papa en- trase en convenios con el liberalismo y se reconcilia- se con él]; y que nada obstaba, 4 que estuviesen jun- tos, y mirdndose siempre, un rey que da libertad de escribir 4 cada cual lo que quiera contra la fe reve- lada y contra las buenas costumbres, y otro que es el” Vicario de Cristo, y tiene el estrictisimo deber de no permitir tal libertad y de reprobar cuanto sea contra la ley de Dios. La revolucion modeyna ha creido que con palabras melosas iba 4 desleir los principios de eterna duracion, y conseguir lo que el Espiritu San- ~ to dice por el Apéstol, que no puede incorporarse: en ~ su insensatez, ha tenido la pretension de que se die- » sen Ja mano Cristo y Belial, y se mezclasen la luz y las tinieblas.. No faltaron palabras falaces, proposi- ciones alhagiiefias, ofrecimientos generosos, demos- traciones de un amor acendrado y de un respeto pro- fundo al Vicario de Cristo. jQué grandeza tan majes- 2 ns

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