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312 ; lo, cuando llegase la ocasion oportuna? ,No habia la de ealilicarlo de fuerza extranjera, opresora de la nacion, y tirana del pueblo? Sino habia todo esto en- cerrado en las palabras pomposas del convenio, no concebimos, ni concebira nadie, cémo entraron en el patrimonio de San Pedro sesenta mil hombres, al mismo tiempo que se retiraban las fuerzas francesas. En ese dia se vid que, en la frase del convenio que dice: la Italia se compromete.é no atacar el territorio del Papa, \a palabra no estaba demas; y que en la si- guiente, que habla de impedir todo ataque de fuerza ex- lerior, faltaba la buena fe; pues excluyendo el ataque del exterior, ocultaba la proposicion de, ménos el del Piamoute, que siendo Halia, no es exterior, sino interior: ademas, llevaba oculta una calificacion de las tropas del Sumo Pontifice, que se traduce asi: las tropas.del Papa son de soldados extranjeros: estos soldados son una presion para el Papa, y una tirania para el pue- _ blo: la Italia se compromete 4 impedir todo ataque exterior: luego el Piamonte, que es Italia, debe ata- car 4 esas tropas y destruirlas. Digamos para honor de la purpura y de los cetros, que no encerraban esas ideas las sienes.coronadas; pero, entre tanto, ali es- tin los érganos de la revolucion que publican toda esta hilaza del tegido de muchos anos. En cuanto 4 Jos potentados que formaron el convenio, es muy sen- sible decir, que uno de esos altos contratantes se equivocé de una manera muy crasa, cuando en Mar- zo de 1859, gritaba al pasar los Alpes con 200,000 hombres, que no iba 4 Italia 4 producir desérdenes, sino 4 afirmar el poder temporal del Papa; pues pre- cisamente desde entonces, comeizd el desdrden, se empez6 4 desmoronar el reino temporal del Sumo
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