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rec lia. Decia aquel convenio lo siguiente: ala Italia se compromete solemnemente a no atacar el ‘territorio del Papa, y 4 impedir hasta con la feerza todo ata-— que procedente del exterior contra el patrimonio de San Pedro: asi como tambien, 4 no reclamar directa ni indirectamente contra la organizacion del ejército pontificio, aun en el caso de que dicho ejército se compusiese exclusivamente de catdlicos extranjeros.» Examinese sin pasion alguna qué significacion podia tener esa frase, de impedir hasta por la fuerza todo ata- que procedente del exterior contra el patrimonio de San Pedro, y se vera lo que habia oculto en ella. A prime- ra vista se comprende, que en la palabra exterior, se entiende un pueblo 6 una nacion extranjera, y por consiguiente, de fuera de la Peninsula italiana. Pero preguntamos: jhabia alguna probabilidad, ni aun re- motisima, de que pudiera acontecer ese ataque? No — podia venir ese del Austria, ni de Espaiia, ni de Por- tugal, ni de Suiza, ;podria venir dé la Prusia, satis- fecha con su Confederacion germanica, de la Rusia, que solo ambiciona la eindad bizantina, de la Ingla- _ terra, contenta con Gibraltar y Malta? ;Se temia aca- so, que viniese el imperio carcomido*y vacilante de la media luna? Nada de esto podian sospechar los al- tos contratantes; iqué se entendia pues por esa frase altisonante de alaques procedentes del exterior? Nada: esa frase era una locucion hueca de verdad, y reple- ta de un embutido de mentiras. Esa frase contiene unarestriccion phramente men- tal, y en consecuencia reprobada é inicua, la cual es- td concebida en estos términos: la Italia es una na- cion que se esta formando, en virtud del derecho que tienen los pueblos 4 constituirse como mejor les aco-
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