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297 do por medios inicuos, que la santidad manifiesta, 7A qué preguntar 4 Jestis si era rey de los judios, cuan- do le constaba de su sumision & la autoridad, y de haber ensenhado en publico que todos debian la mis- ma sumision, y que debian expresarla, pagando tri- buto al César? ;A qué instar en la misma pregunta, si convencido de la altisima dignidad real de Jesucris- to, y de su admirable virtud, le iba 4 conminar al poco con una frase tiranica y despdtica, diciéndole que é] era dueiio absoluto de cruzificarlo 6 de poner- Jo en libertad? (1) Todo lo que hacia este juez sin conciencia no tuvo otro fin, sino el de buscar paliati- vos 4 su iniquidad. Mediten esto los defensores dé la doctrina de los hechos consumados; pues sus maes- tros son nada ménos que un Pilatos, y unos Caifases y Anases rodeados de miles de deicidas. Hé aqui la segunda leccion de derecho piblico dada por Jesucristo en el curso de su pasion santisi- ma: did amplias explicaciones de su dignidad real 4 Pilatos, (2) guardando un profundo silencio, cuando este le pregunté lo que no tenia derecho de saber, ni preguntar sobre su origen; (3) pero, en medio de la abyeccion humillante, 4 que él mismo habia que- rido reducirse, el divino Maestro dijo al juez ve- nal, mas temeroso de los hombres que de Dios, que no era de ese modo cémo se administraba justicia; significindole, que ningun hecho prevalecia sobre la ley eterna, aunque lo consumase toda una nacion. Otra leccion, tan elocuente como las anteriores, did (1) Jo., cap. XIX, v. 10. (2) Ibid., cap. XVII, y. 36. (3) Ibid., cap. XIX, v, 9.

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