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M7 en pésimo delos hombres; cumpliéadose al pid de la letra aquellas tristisimas palabras de San Pablo.a Ti+ moteo (1), en las cuales le asegura que los hombres mar los iran de mal en peor, erraado ellos é induciendo @ olros en error. Esos simbolos que'se‘lan ensalzado quizas en el salon consistorial, donde se ha pronunciado el “decreto pontificio que coloea en los altares &# mis de un soberano que los tremolé combatiendo contra los enemigos ‘de. la Iglesia y: de la, Santa Sede, son la cruz de Cristo. (2) De manera que no se ha heelio mas que colocar.una-eruz sobre otra eruz, la de Sa, boya “in la de Pedro, dade dos. Rophewnrresn, cla de Cristo, Het on tio Se RehG ar a9 is coh jQué siniresing presenta la historia! Same san- tas y ramas sacrilegas! jprineipios sanos y continua ciones corrompidas! Ninguna casa Real tuvo mas san- tos que la de Kent, y todas las dinastias los han teni- do, cual mas, cual ménos. Entre tanto, de un Eduar- do santo, salié en el Albion un Enrique, VUL: de. un Enrique piadosisimo de Alemania, vino ua Enrique heretical y un Barbaroja excomulgado; dle un, Luis virtuosisimo, un Felipe el, Hermoso lanzado, de, la comunion de la Iglesia; 4 una Saboya madre de. san- tos, sucede una Italia madre de sacrilegos. (3). Esta (1) II, Tim., cap. 3, v. 13, (2) Debemos advertir que la casa de Saboya tiene cinco santos: el beato Humberto, cl beato Bonifacio, el beato Ama- deo, la beata Ludovieay la beata Margarita; y que con el tiempo tendra entre ellos dla venerable madre del actual rey de Napoles Francisco II, declarada ya venerable por.sus vir- tudes en grado herdico. (3) Por mas que se diga y se publique que ha hghide as- piraciones nacionales, que la Italia es.la que ha querido
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