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mano de la santidad de Dios y de su justicia: un he- cho consumado, y por cierto bien universal, es la re- belion de los pecadores contra la ley divina; y por infinitos que sean los transgresores, aquella perma- nece siempre en pié como principio del derecho, mientras que estos llevan en todos sus actos contra ella el sello de la rebelion. Y otro tanto respectiva- mente acontece tocante 4 la autoridad constituida: por muchos é innumerables que sean los actos de resistencia 4 ella, jams constituyen principio de de- recho; pues este reside en la autoridad, mientras que en los que resisten 4 ella no hay sino crimenes. — Hemos dicho que con esta doctrina de. respetar los hechos consumados se autorizan todos los crime- nes, empezando por el regicidio; y ahora, concretan- donos 4 la revolucion de Italia y 4 sus promovedo- res, afirmamos que es este precisamente el crimen que han intentado, y que moralmente lo han ejecuta- do yaen la persona del Vicario de Cristo. Y quere- mos notar una cosa digna de atencion, y es que tan- to el venerable Pio VII, al resistir 4 Napoleon que lo despojd de su poder temporal, como nuestro Santi- simo Padre, al condenar los manejos sacrilegos del impio gobierno subalpino, comparan el hecho inicuo de su despojo 4 lo-que hizo el desatentado Acab con Naboth y su vida. (1) jAdmirable conformidad de pensamientos! Pero no nos admira, cuando exami- namos los hechos antiguos y los de los revoluciona- rios modernos: tambien para preparar este atentado ha habido un tribunal piblico, al cual asistieron los ancianos de los pueblos: tratése en él del equilibrio (1). Enciclica Respicientes ea.