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284 ca, que es bastantemente legal, con tal que el defran-~ dador sea tan habil, que nadie le sorprenda, 6 en- tienda la formacion de calculos aritméticos de tal mo- do, que sepa poner en balanza justa lo recibido con lo gastado, aunque los sudores de los pueblos se em- pleen en labrar fortunds individuales, y los bienes destinados al bien pitblico se inviertan en orgias 6 en asalariar 4 gentes abyectas, que se venden para ha- cer el mal. Vamos 4 colocar ahora este nuevo derecho en fren- te del espejo purisimo del derecho divino, 4 fin de que aparezca mis visible su horrible deformidad: va- mos 4 poner en claro la genealogia que tiene, aun- que esto vista nuestra alma de luto. Porque por des- gracia, este nuevo derecho ha salido 4 luz en el seno de la sociedad, que se llama pomposamente catdlica; - y cuando examinemos el nacimiento de ese derecho, tendremos que derramar ligrimas sobre esa desven- _ turada sociedad, en cuyo seno hay infinitos hombres que, olvidindose del bautismo, y de cuanto nos en- sefia Jesucristo, y sin estudiar siquiera la historia del linaje humano, han caido en el mas ciego materialis- mo, 6 en un naturalismo estipido. Antiguo es el de- recho de los hechos consumados, y tambien es muy conocido el origen que tiene: véase cémo lo describe el sibio inspirado por el Espiritu Santo, refiriendo las conversaciones de los impios. Corto es y penoso, decian estos, el tiempo de nuestra vida, y no se encuentra alivio en la muerte, pues no se sabe que nadie haya vuello del olro mundo. De nada hemos sido hechos, y despues de esta vida, seremos como si no hubiéramos existido; pues nuestra res- piracion es.un humo, y la palabra una chispa para con- mover nuestro corazon. Concluida esta centellita, nuestro