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gaban sus voces con el estruendo de los arietes, y las moles que le arrojaban las eatapultas. Todo era con- fusion, desérden, usur paciones y- violencias en aque- llos tiempos desventurados; hasta que el Omnipoten- te se levanté y disparé contra los tiranos sus rayos vengadores, aterrando 4 los malvados, consolando 4 los oprimidos, y devolviendo al mundo el imperio de la justicia y con él la paz. Esto escribiran en tiempos venideros los hombres pensadores, al contemplar la barbirie, que ha intro- duvido en la sociedad el derecho que hemos descri- to, y el que veremos ahora. ¢ Pinks fe ere§ Tl. em j Mentr ‘a «inp del derecho de = hechs scbishal: + ie Todos los axiomas de la revolucion son malos en general; pero hay algunos entre ellos, que no pueden ser examinados en el édrden metafisico de las cosas, sin que exciten la indignacion, no ya de quien profe- sa la religion verdadera, sino de quien simplemente es recto en sus ideas. Y esto sucede al examinar la incalificable falsedad de] derecho nuevamente intro- ducido de respetar los hechos consumados. Ese prin- cipio de la revolucion, considerado en su esencia me- tafisica, constituye una degr adacion legal de la.razon humana, nivelindola con el instinto ciego. de la ani- malidad, pura y netamente. Poniéndolo dla luz de los principios de derecho que Dios ha impreso.en el entendimiento humano, aniquila las bases de Ja so- ciedad racional; y comparado con el derecho divino, ©
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