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ca vistas, y contra connivencias, tacitas 6 expresas, que no pueden calificarse; y le contestaban con ejér- citos y morteros, que aplustasen los muros de Roma - bajo una granizadv de proyectiles mortiferos. Esta reclamando aliora mismo contra una usurp .rcion san- guinaria y violenta, reprobala por el derecho natural (le gentes, divino y humano; y se le contesta con in- sultos, diciéndole que la fuerza moral de las aspira- ciones nacionales es irresistible; que estriba en la coneiencia piiblica de cada pueblo; que no hay dere- cho para eriticarla ni reprobarla; que estos hechos son el resultado del derecho imprescriptible de los pueblos 4 ser libres, 4 constituirse 4 su antojo; y que, una vez consumados, entramen la categoria inviolable del derecho de conqitista, en la cual na‘lie puede per- turbar al pueblo. Hé aqui lo que estamos viendo y palpando; suce- diéndonos lo que acontece al que duerme en paz y calma profunda al acercarse la aurora, y sueia cosas tan grandes, que hasta sohando esas grandezas, sue- ha todavia que aquello no es verdad. Los que vivimos en esta época creemos que esto sucede, porque tene- mos ciencia de ello: los que vengan despues, apénas se resolverin a dar fe 4 lo pasado, si no lo encuen- tran consignado en el testimonio de hombres graves y dignos de fe. No faltara entonces, quien teniendo la pluma en la manoy levantando los ojos al cieloven meditacion profunda, los bajari arrasados en lagri- mas, y despues de un jay! que saldra de lo mas hon- do de su corazon, describira la fisonomia del siglo ac- tual y rasgueara con mano firme la siguiente pagina. Era triste y nefasta aquella edad, en la cual los grandes de Ja tierra coronaron con flores las horridas

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