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274 ronse todos una mascara hipécrita: dabanse golpes de pecho, muy diferentes de los del publicano del Evangelio: de la orgia, donde se conjuraba, pasaban al templo, donde aparentaban piedad; y hasta derra- maban lagrimas, que parecian de compuncion y eran de conjuracion. Al poco, las orgias permanecieron,y las lagrimas fingidas cesaron, sustituyéndolas los gri- tos de rebelion, los motines, la revolucion, los cona- tos de regicidio, el sacrilego asesinato del que fué vic- tima en vez del santo Pontifice, (1) la fuga de este en traje de Monsejior para no caer en manos de los re- volucionarios, y su permanencia en Gaeta, mientras que Roma fué presa de la revolucion, La fuerza moral de la revolucion empezé 4 mani- festarse ya bien 4 las claras, y aparecié como ella es, brutal, sanguinaria y de naturaleza de fiera, que no se amansa con dispensarle bienes, ni puede admitir- sela de cerca, sino es poniéndola en jaula de hierro como 4 los tigres.. Pocos afios pasaron, cuando esa fiera empezo 4 aparecer con tantos colores como un leopardo. jAh! jqué triste es para la sociedad cuanto ha ocurrido despues, para ir preparando el camino a la revolucion! jCuantos nombres, tan sonoros como el del rey de las fieras, han de quedar manchados pa- ra mientras haya hombres en la tierra! Desde enton- (1) Es conocida de todos la muerte del secretario de car- tas Monsehor Palma, quien hallandose, en 1848, en el pala- cio del Quirinal al lado del Padre Santo, suplicé a este que no saliese al balcon, cuando el paeblo apifado en la plazuela, pedia a gritos que el Santo Padre saliese. Accedié el Papa, y apénas aparecidé su secretario, fué muerto de un balazo, disparado por hombres_apostados para hacerlo, El tiro era para el Padre Santo, Sanaa oe: igs

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