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273 Desiderio de Lombardia, 6 de Barba-Roja, 6 de Soli- man, modelindose 4 ellos y 4 sus actos les altos man- datarios? 3Se habian. cerrado las fuentes de la sabi- duria? ,No habia entonces Evangelio? Todo esto y algo mis, hay que temer que digan de nuestra época los que de aqui 4 tres décadas reci- ban el testamento del siglo décimo nono, y examinen con critica severa y justa la politica que preside 4 mu- : chas de sus empresas. Recérrase, siquiera ligeramen- te, la série de los hechos politicos del Sumo Pontili- ce, que no respiran sino clemencia, y el modo cdé- mo se han conducido con ¢l los revolucionarios; y hay para volver el-rostro, avergonzado por no ver tn cuadro de tanta iniquidad por parte de estos. Padre tierno y amante de su pueblo, apénas es ensalzado | al.tvono, abre su corazon y sus brazos pava estrechar en ellos, 4 cuantos hijos de sus Estados estan comien- do el negro pan del destierro, por haberse dejado ar- rastrar en momentos de extravio por el torrente de malas doctrinas. Vengan 4 mi, dijo el magndnimo Pio, vengan 4 mis brazos todos esos desterrados, pues son mis hijos: les perdono todas las ofensas pa- sadas, y esta gracia sera para mi corazon un consue- lo, y para los agraciados una garantia de mi clemen- cia, y un medio de union con mis sibditos fieles, pues vivirdn todos estrechados cn un mismo lazo de santa unidad. Y en efecto, vinieron con pr esteza a co- bijarse bajo la sombra benéfica del gran Pio cuantos estaban léjos de su patria, por haberse alistado en aos pasados en las banderas de la revolucion. Esta- ban perdonados; pero zcOmo correspondicron al amor del monarea mis carifoso de la tierra? Como los ju- dios con Cristo: le pagaron males por bienes. Pusié-

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