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4 . 267 -Jesucristo, callando y ausentindose, hablé eon grandeza y magestad, aunque atemperando su accion al modo de Ja condicion humilde que quiso tener en su peregrinacion entre los hombres: su silencio fué una condenacion de los conatos de aquel pueblo;y hay que decir, que jamas pueblo alguno se halldé en situacion tan propicia para que se introdujesen en su seno hombres revolucionarios, que lo impeliesen 4 levantarse contra el gobierno existente, poniendo en juego sus doctrinas anti-sociales. Era unidumeo quien gobernaba la Galilea, un pagano quien dominaba en la Judea: ;qué cosa mas especiosa podia encontrar- se, para ir creando fuerza moral 4 estilo de los revo~ lucionarios, 4 fin de formar conjuraciones, y derribar poderes? Sin embargo, la sabiduria infinita conde- nd el simple propdsito de proclamar 4 quien po- seia esencialmente toda soberania, y tenia entonces oculto bajo el velo de Ja humanidad el derecho de ser rey de la misma Palestina. Y si Jesueristo condend este acto, en el cual seguramente no hubo una exci- tacion de pasiones brutales, sino una espontaneidad del pueblo, admirado de ver tanta virtud, jeé6mo no condenara lo que esta pasando hoy dia? » ,Puede en efecto llamarse fuerza moral el mover las pasiones de los pueblos, repartiendo en ellos pu- fiados de oro que excitan su codicia, y los vuelven manadas de ovejas, que no balan sino 4 gusto de sus conductores? ,Merece el nombre de fuerza moral ese manejo tenebroso de la revolucion, que seduce en . cada ciudad 4 ciento, y en cada aldea 4 cinco, para que sean ellos los que den el grito de rebelion y aho- guen con sus ahullidos el grito de los demas habitan- tes, que con un silencio. impuesto por una presion 18

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