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en la admirable creacion de los séres visibles, hay algunos, de quienes pueda decirse con alguna analo- gia entre su existencia y el modo de sustentarla, que Dios les did derecho de constituirse, son las béstias en general, y con cierta especialidad, las de tamano mayor; y que este derecho esta en mayor 6 menor relacion con sus fuerzas y su fiereza. Porque, en rea- lidad, todo animal, apénas ha franqueado los dias de su lactancia, se separa por instinto de su madre, tni- co sér 4 quien conoce instintivamente mientras la ne- cesita; pero en fuerza de ese mismo instinto, al mo- mento mismo de no necesitar del dliviento; que no podia proporcionarse, cada cual, por decirlo asi, usa del derecho de constituirse en cl circulo que su ins~ tinto le senala. Y cual es este? El leon se constituye rey de las selvas y devora ganados mayores: el tigre, _ rey de las quebradas y devora hombres: el lobo, rey de los bosques y devora corderos; el toro, rey de las majadas y destruye carrascales; el jabali, rey de mon- tes, y concluye con los sembrados, Hé ahi el derecho inherente 4 la naturaleza animal, de constituirse en su sociedad brutal, que no es sino Ja sociedad de si mismo consigo mismo. Y hay que afadir, que vette se olvidé el linaje humano de su nobleza innata; pues como nos lo en- seiia el mismo sagrado libro, los lestamentos de Dios no quedaron escondidos por las inquidades de los hombres. (1). Y jde dénde hubieran sabido los poetas de la Grecia el altisimo origen del hombre? ;De donde les hubie- ra venido la idea de decir, que la descendencia hu- (1) Eccli., cap. XVII, v. 47. mente animal. Y permitasenos decir de paso, que si — “te ce! = id eG sg a So oe Ba
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