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255 pues en él nos movemos, y en él estamos; y como dijo un posta de los de este mismo areopago, somos de su linaje. (1) Con esta misma nobleza habia descrito Dios abe me- dio de Moisés el origen de la sociedad hunjana, ca+ ya raiz salid de sus manos, criando al primer hom- bre de la nada, formando su cuerpo del limo de la tierra, y el de su compafiera de una de sus costillas; dando d uno y otro una alma racional, éspiritual, lé- na de inteligencia, y tan noble, que Ieva en si mis- ma el trasunto de Ja naturaleza divina. (2) En ese mo- mento publicd Dios los grandes é inmutables princi- pios sociales; siendo el } primero el de ir creciendo y ‘Hlenando la tierra, viviendo en ella en santa sociedad todos los hombres; y el segundo el derecho de pro- piedad, que Dios coneedia al hombre sobre cuanto habia en la misma tierra, fuese animal, 6 vegetal, 6 mineral; pues hizo rey al hombre de estos tres rei- nos. (3) . La misma nobleza del linaje humano esta consig- nada en mil lugares de las santas Escrituras, siendo “muy notable la descripcion que hace de ellas el libro del Eclesiistico; en la cual solo queremos lamar la atencion sobre dos cosas, i saber, que did 4 los dos princros padres del género humano la ciencia del espi- ritu, (4) y lend su corazon del sentido verdadero que tic- nen las cosas, con lo cual demostré Dios la distancia inmensa que hay entre el hombre y la béstia; y que les did ensenansza, y ley de vida, lo que los coloca tam- bien 4 una distancia iinmensa de la eee putra- (1) Act., cap. XVH, v. 26, ete. > (2), Gén., cap.I, y. 27. (8) Tbid., y. 26. ~ (4) Eccli., cap. XVIT, v. 6.
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