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la cual por de pronto presupone dos errores: ora él de dar por cierto que en el periodo de la existencia del linaje humano ha habido alguna époea, en la cual este no se hallé constituido en estado social, lo cual es un ultrajed la sabiduria infinita de Dios, y un des- precio de la revelacion que nos ensefia lo contrario; ora el de suponer que el hombre tiene derecho 4 der- ribar lo que enéuentra establecido como fundamento del bien publico, lo que es autorizar un crimen con- tra la ley natural, cual es la rebelion, y establecer el derecho de la fuerza contra la justicia y la ley. Exis- ten en efecto esos dos errores; debiéndose su origen 4 uno de los mayores absurdos que ha producido la filosofja del tiltimo siglo, que tantas lagrimas ha he- cho derramar, inundando la tierra con sangre huma- na. Ensefié el primer error el filésofo de Ginebra, del cual, como del vientre de un ménstruo, han ve- nido dluzlos otros. Una vez dada por supuesta la exis- tencia del hombre selvitico, que, segun ese fildsofo impio, era una especie de satiro de la mitologia pa- gana, y no conocia 4 sus padres, por ser estos un par de orangutanes; una vez sentada esta genealogia bes~ tial, y concedido que son ciertos los actos que este incrédulo atribuye al hombre salvaje inventado por él, cuando lo describe erizado de pelo como los ca- mellos, frunciendo la boca como un lobo, brincando como los ciervos, saltando de drbol en arbol como sus padres, los monos, comiendo bellotas como puer- co-espin, y progresando en el conocimiento de sus ac+ ciones, 4 medida que veia las de los animales; una vez admitido como cosa cierta, que el hombre se ci- vilizé 4 si mismo, haciéndose superior 4 los brutos, no porque haya en él una potencia esencial que lo 17 <
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