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250 ‘ se han deseubierto por los acontecimientos, los tra- tados y los convenios, rebozados en duplicidades de una politica anti-cristiana; diciendo desde ahora que, si los que los formaban no tenian. intencion de enga- iar, coma debemos suponer, la mentira sin embar- go estaba encerrada en esos tratados. Hemos hablado de esas mentiras como por inci- dencia, y hemos dicho que son mentiras politicas; aunque en realidad su verdaderonombrees el de men- tiras’sociales, pues corrompen la naturaleza de la so- ciedad humana. Ahora por lo tanto, las vamos. 4 exa- minar en este terreno, explicando su desenvolvi- miento; pues asi se las coloca en su verdadero pun- to de vista, en su, verdadera luz, en presencia de la - cual el colorido exterior desaparece, quedando des- carnada la ficcion, y viéndose su fealdad. Muchas son estas mentiras, preparadas wnas, para que diesen un resultado inmediato, y otras uno ulterior. Aquellas eran dos; y se reducian 4 proclamar un derecho nuevo, el que se dice que tienen los pueblos 4 cons- tituirse, y el de respetar en politica los hechos con- sumados, como principio de derecho, y por con- siguiente, de justicia, Kstas eran tambien dos; una de las cuales tenia por objeto ligar las manos de los defensores de la misma justicia, para que el hecho consumado no pudiese ser anulado: Hamdse 4 esta mentiva, la no intervencion; -y en seguida venia la ulti- ma asegurando, que el romano Pontifice brillaria en adelante como un sol, teniendo junto 4 si 4 un sobe- rano en la misma ciudad de su Catedra Apostodlica, y metrépoli de su reino. Vamos 4 traer ante el tribunal de la razon, ilumi- nada por la revelacion, la primera de estas mentiras;

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