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249 pan é manteles; y lo juraba por su Dios y por su espa- da, hasta que no lavase su afrenta. Dicho esto, dicho esti tambien, que esas mentiras de que vamos a ha- blar, no las echamos en cara 4 personaalguna, sino que se las damos como cosa propia 4 los axiomas 6 prin- cipios politicos, qe no son conformes en su natura- leza, 6 en su aplicacion, a la ley de Dios. Son false- dades paliadas;y por mas que se vean revestidas con trajes galanos, no pasan de ser una especie de arma- zon de madera carcomida, cubierto con vestidos fin- gidos de cera, los cuales se deshacen, tan pronto co- me se expone al sol la estatua heterogénea; descu- briéndose entonces la ficcion, la careoma, la false- dad, y Ja mentira, In cuanto 4 la revolucion que ha consumado en veinte de Setiembre el gran atentado del siglo, pocas palabras hay que decir, para demos- trar que ha estado mintiendo desde hace muchos aiios, y que ahora mismo esta haciendo otro tanto. ‘Lo consumado por ella es una iniquidad de propor- ciones inmensas; y la mmiquidad, como dice el Espiri- tu Santo, se ha mentido siempre d si misma: (A) consi- dérese por tanto, si el que se miente 4 si mismo, de- jara de mentir 4 los demas. La revolucion ha menti- do 4 Dios, ha mentido 4 los soberanos, al Vicario de Cristo, 4 los pueblos, y al mundo entero, mintiendo dla verdad. Cierto es que la mentira no es uti sér abstracto sino en su deformidad moral, y que se ha- ce concrety en quien la sirve de érgano para salir 4 luz. Pero protestamos de nuevo, que no intentamos nombrar 4 nadie; y que solo examinamos los hechos publicos, las tramas que estaban ocultas, y hoy «ia (A). Ps. XXVE, ve 12.

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