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: esta persuadida de que ha procedido inicuamente; imitando 4 una cuadrilla de ladrones que tienen es- con obstdculos algo mas graves que los de si un palacio es chico 6 incomodo.» No podemos concluir esta nota, sin ad- yertir que los reyolucionarios Ilaman fuerza moral a los ejér- citos y d los canones: pues en ese mismo articulo se dice lo siguiente: «Tambien éuando se traté en 1860 de la anexion de las Marcas y de la Umbria, habia dudas, temores y difi- cullades, y hasta amenazas; pero el conde de Cavour supe- ré todos los obstdculos, marchando derecho y pronto por su camino, sin mirar més que dan objeto, que era la ejecucion del programa nacional.» Sabido es, que Cavour envid al ge- veral Cialdini con sesenta mil hombres, que en Castelfidardo acabaron con el ejército pontificio, La fuerza moral unica que precedié y completé, este hecho, calificable de asesinato y la- trocinio, fué: primero, el haberse publicado en los papeles oficiales de Cavour la noticia falsa de que los reyolucionarios querian entrar por Ceprano en los Estados Pontilicios, y de que era preciso prevenirlos, enviando tropas leales que impi-- diesen el atentado; los revolucionarios no sofaron, siquiera, tal cosa, pero las tropas del Piamonte entraron y sublevaron las provineias: segundo, que de Paris partié un telégrama al Eminentisimo Cardenal Antonelli, en e! cual se decia, que la Francia iba en socorro ‘del Padre Santo; lo que motivé la érden del dia dada por el general Lamoriciere al ejéreito pontificio, animandolo & combatir, pues venia la Francia en ~ su ayuda, La Francia tardé mucho en Hegar; y convidado eXplicarse cl autor del telégrama, contesté que el general Lamoriciere lo habia interpretado mal; pues no se enten- dia que la Francia fuese mds que « protejer la persona del Santo Padre. Esta-fué la fuerza moral empleada; lo deci- mos, porque éramos habitantes de Roma entonces, y oimos el relato fidedigno de estas cosas incalifieables; y lo apunta- mos como preliminar de lo que trataremos en el capitulo in- mediato,