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pues vid que se le abria camino, para anexionarse el reino de David, REESE de la Palestina y de Egipto. (1) : _Entonces fué, cuando se. vieron darse la mano la igpeligiosidad de un pueblo malo, y la politica hipd- crita de un soberano impio. El arma con que Antio- co crey6 conquistar la ciudad santa, y coronarse rey de ella, no fué al principio la fuerza, sino la persua- sion, el alhago y la supercheria: la fuerza moral era lo que pretendia poner en prictica, para llegar 4 ane- xionarse el reino que no podia ser suyo. ,Por qué ha de haber, decia, esos principados menores de Egipto y la Palesttna? ,por qué esa diferencia de costumbres y de nacionalidades? Haya unidad en todo, y sea lodo el pueblo en mi reino uno. (2) Con esta politica perver- sa _preparaba Antioco la depredacion de Ja ciudad santa, y el destronamiento de la autoridad legitima, que gobernaba al pueblo con equidad y justicia, y protegia la observancia de la ley y el culto del Sefor. No era la unidad en leyes, en costumbres, en go- biernoy en‘politica, lo que Antioco se proponia cons- - tituir entre los pueblos de Siria y de Palestina; pues le constaba que habia en los corazones de su respec- tivos habitantes una antipatia miuttua y una aversion profunda; resultado de las diferencias cn el lengua- je, en las tradiciones, en la religion sobre todo, y de haber mandado Dios su pueblo por medio de sus Profetas, que jams hiciese alianzas con los incir- cuncisos, ni les diese sus hijas para casarse con ellos, ni consintiese que sus hijos buscasen esposas en esas (1). I. Mac., cap. I, v.17. (2) Ibid., vy, 43. d

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