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a perdidos, para’ que, hace tves,aiios, atacasen sus'do- minios; 10 que se frustré por haber dispuesto la divi- na'Providencia que, precisameute cuando los foragi- dos empezaban 4 robar y asesinar dentro de las puer+ tas.de Roma, llegasen las tropas auxiliares que en- viaba la noble nacion francesa. Revela tambien 4 to- - da la Iglesia el santo Pontilice, que el ocho de Se- tiembre le dirigié el rey subalpino una carta, en la cual le hacia saber con un razonamiento lleno de ro- deos y de palabras falaces que, puesto que eva su hi- jo amante y catdlido devoto, y deseaba ‘mantener el érden piblico y dar’ proteccionsu’ persona, tenia determinado ir 4 apoderarse'de'sus dominios ydela ciudad donde tiene’su Catedra pontificia, sin que cre- yese jamais Su Santidad que esto fuese un acto hos- til sino un medio-de’ satisfacer las aspiraciones del pueblo, y de coneiliar su suprema jurisdiccion espi- ritual ‘con el derecho’ y la libertad. «Nos, dice’ el Pa- dre Santo, contestamios-A esta carta, reprobando su contenido; pero no habia Hegado nuestra respuesta 4 manos del rey, cuando su ejército habia entrado en nuestras ciudades, atacaridolas & viva fuerza; 'y por fin amnaneévid el dia infiusto de veirite del mismo mes;, ene] cual ‘esta ciudad, CaAtedia del’ Principe’ de los Apbstoles, cchtrs dela religion catélica y refugio de todas las gentes; fué vista por Nos mismo cercada por thiles de soldados, derribadés Sus muros, y cubier- ta de espanto en su interior por’ los miles de proyec- tiles que en élla caian; haciénddse todo esto por man- dato ‘de’ aguiel, que: poco! antes Nos’ decia, que’ era Nuestro afectuoso hijo y fiel amanite * - Iglesia’ cae tolica. 3)" Hlasta aqui la historia de’ esa revolticion impia, 2

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