BCCPAM000258-3-12000000000000
934 principio de autoridad, y apostasia de la fe. Ni tam-- poco puede comprender que con esas doctrinas él mismo se echa un dogal al cuello; pues autoriza al poderoso para que se apodere de Javifia pequeiia del labrador que toca 4 la suya, para hacer de las dos una; al magnate, para que demuela la casa del veci- no, porque él quiere hacer de dos casas wna; y 4 to- do aquel que necesite de lo ageno para engrandecer- se, que se lo quite por la fuerza = formar - dos bienes uno. , Y 74 d6énde iriamos 4 parar si estos axiomas de la propaganda impia Hegasen 4 radicarse en la socie- dad? Pongimonos en el santuario de la verdad, y acerquemos esas doctrinas 4 la piedra de toque, que son los mandamientos de la ley de Dios; y recorridos todos, veremos que ni uno queda en pié, al pasar es- te huracan de errores religiosos y sociales, que esté vomitando Satands sobre las generaciones presentes. La fuerza brutal es la que se erige en ley tinica, ante la cuat desaparece el honor debido & Dios, el respe- to a la paternidad, la reverencia y sumision 4 la au- toridad, el derecho que tiene cada hombre 4 vivir, la venerabilidad del pudor, la inocencia de la nifia, el honor de Ja doncella, el derecho de cada individuo 4 sus propios sudores, el del prédgimo 4 su buena fa- ma, el del marido, el de la esposa y el de todo vivien- te 4 su incolumidad. Una sociedad que profesase esos principios, se tendria que volver sociedad de tigres, entre los cuales sucede alguna vez, que por disputar- se dos la posesion de una oveja, se matan miitua- mente, quedando esta intacta. En la sociedad rege- nerada con la doctrina de Jesueristo nada de esto puede suceder, mientras esta observe sus preceptos; | 3 Sie, bods 3) eaves: : ;
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz