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Ya se vé que no inventamos nada: la revolucion, firme en su propdsito de destruir todo lo existente, se propone la resurreccion de las grandezas paganas, cuya naturaleza es bien conocida. Permitasenos de- cir 4 esa revolucion, que en cuanto 4 esas grandezas, no tiene que darse Ja pena de resucitarlas, pues ha- ce ya aiios que lo ha hecho en parte. Templos no le fultan: 4 lo ménos 4 la diosa que tenia el suyo en la . Roma pagana al Norte del anliteatro de Flaviano, ya se los ha erigido 4 millares en las ciudades de Italia: sacerdotes de ese culto, no le faltan, pues lo son to- dos los que en la civilizacion moderna dan disposi-. ciones legales, para que paguen tributo 4 los gobier- nos cuantas personas se consagran 4 la vida infame. Pero, jjgrandezas!! jgrandezas, siquiera como las de los antiguos romanos! No las esperen los hombres de la revolucion; pues aun llamandose cristianos, dis- tan mucho de aquellas cualidades eminentes y de las — virtudes pitrias, en que tanto nombre adquirieron los romanos. Pueblo en revolucion habitual desde hace cuarenta alios conocemos todos, que ha echado 4 tierra monumentos preciosos, ante cuya estructu- ra quedaba estitico todo viajero; y todavia no ha le- . haber este presentado el resultado del mismo juego de niios, verificado en Roma el 2 de Octubre. Las palabras que reso- naron en Jos muros, tapizados con los escudos de Saboya, decian asi: cahora los pueblos italianos son con toda verdad dueios de sus destinos. Reunidos en uno, despues de la se- paracion de tantos siglos, enla ciudad, que fué metrépoli del mundo, ellos sabriin, &¢ no dudarlo, sacar de las huellas de las grandezas antiguas, los auspicios de una, que sea pro- _pia de ellos.» (Gazzel. del Popol., Roma 41 Ottobre 1870, pig. 71, col. 2, lin. 30.) WOMB Mae PT LS Og 3
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