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bando los entendimientos, y excitando los espiritus? Cada una de las primeras proposiciones, al parecer cristianay piadosa, era subversiva del derecho divino, y corruptora de las verdaderas nociones de la justicia que los pueblos tienen aun en medio de su rudeza; siendo la tiltima enteramente hipdcrita, atrevida, te- meraria y heretical; pues constituia en la reunion de muches reyes el derecho de quitar por la fuerza la posesion legitima que tiene el soberano Pontifice en sus dominios legitimamente adquiridos; lo que es contra los principios eternos de la ley natural. (4) - Despues de estos predicantes de verdades, encu- bridoras de muchas mentiras, y acomodadas 4 la in- teligencia tosea del pueblo, se deslizaban otros qne alhagaban su vanidad, presentindole un cuadro de su actual pequefiez, y otro de su grandeza venide- (1) No queremos dejar en silencio la siguiente anécdota, que nos contd un religioso, de wn caso sucedido & él mismo en Romaen Octubre de 4860, cuarido todo andaba trastornado por efecto de estas doctrinas. Pasaha este religioso por la plaza de Trajano, cuando una mujer anciana y plebeya, le agarré del brazo, diciéndole: «Vosotros, curas y frailes, teneis la culpa de lo que estd pasando en Italia. Decide: Pues jqué! el Papa jno es sucesor de San Pedro?» Si, contesté el inter- pelado. «Pues entonces, repuso Ja anciana, si es sucesor de San Pedro, no debe tener palacios, porque San Pedro no los tenia.» El religioso no le hizo caso. Véase por tanto que la mujer dijo una gran verdad histérica y teoldgica, y al mo- mento sacé una consecuencia inmediata que es un. gran ab- surdo; pero, para ponerla en estado de raciocinar con crite- rio justo, era preciso ensedarla por mucho tiempo, y aun a-i, ‘no hubiera podido entender Ja yerdad de las cosas. Este es el pueblo en todas partes, x 44oS i