BCCPAM000258-3-12000000000000

: 227 dice el sabio, @ medida que crece la ciencia, crece el tra- bajo. (1) Pero en ese laberinto, el filésofo halla el con- suelo de la misma ciencia que es para ¢l un tesoro; mientras que el pueblo no encuentra, sino su deses- peracion y su ruina. Sin embargo los enaltecedores de la civilizacion moderna, que saben muy bien que el pueblo, despues de sus peroratas de esquina, se queda tan pueblo co- mo antes;*estan trabajando sin cesar, para levantar un poco ese velo de la ignorancia popular, y ensenhar- le un poco de la luz de la ciencia; sucediendo que, co- mo su foco es deslumbrador, el pueblo queda deslum- brado, no iluminado; corrompido, no ilustrado; ptr- vertido, no mejorado. Vayan unos ejemplos: dice un declamador al pucblo, que el hombre es libre, y esto es una proposicion de fe divina; pero, para que el pueblo entienda bien esa verdad, es preciso explicar- le todo un tratado de teologia, que no sabe el que predica, ni puede entenderlo el que oye; y como el pueblo propende 4 sacar consecuencias inmediatas, al momento dice: pues si el hombre es libre, cada uno puede hacer lo que le dé la gana. Dicesele, que los hombres son todos iguales; y esta es otra propo- sicion de fe, si se trata de la santa igualdad que ins- pira la earidad; pues Jesucristo nos dice que todos somos hermanos, y que tenemos un Padre comun que esta en los cielos. Pero esta santa igualdad no. destruye aquella desigualdad esencial que media en . el drden social, entre la potestad y la obediencia, y la superioridad en quien manda, sobre el que tiene que obedecer y el pueblo, amigo de oir cosas que alha- (4). Eccle., cap. I, v. 28,

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz