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223 mundo, y del modo de ser gobernados les pueblos. jLa politica agena de los ministros del Evangelio! Pues en ese caso, habra que desterrarla de la litera- tura sagrada; que solo en el Evangelio estan las ma- ximas, con que se han fundado y consolidado las mo- narquias modernas; solo él ha sido el que ha destrui- do aquellos imperios, en los cuales el despotismo es- taba en relacion con su extension material, y era tan pujante y barbaro, como sus fuerzas; solo 4 é1 sc de- be la formacion de muchas monarquias menores, cu- yos soberanos profesasen la verdadera religion, y se favoreciesen miituamente; desterrando las antiguas absorciones, que hicieron casi siempre, que en la fa- milia humana hubiese un gran tirano y un gran re- baiio de esclavos, subdivididos en sehores parciales, entre los cuales para un ciudadano libre habia vein- te mil, que no eran duefos ni aun de su propia vida. Testigo de esto es Ja antigua Grecia y la Roma ido6- latra. Y ;cudl era la causa? el no conocerse la virtud de la humildad. Faltaba esta, hasta que Cristo dijo que en lo sucesivo el que mandase habia de ser sier- : vo de los demis; (1) y los prineipes eran tiranos, que : no reconocian mas cddigo para hacer bien, que su ¢a- ; pricho, ni mis ley para destrozar vidas y haciendas, que sus iras. Faltaba la humildad noble y celestial, que sabe distinguir lo que pertenece 4 Dios de lo que es propio de Ja autoridad temporal; hasta que Jesu- cristo lo explicé, mandando dar 4 cada cual lo suyo, no confundiendo jamas la autoridad de Dios con la de los principes terrenos; y los sibditos eran todos viles esclavos, que se postraban delante de un idolo, (1) Mat., cap. XX, v. 14,
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