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_ que da el Espiritu Santo al justo Naboth, 4 quien po- 216 =o Sa trono el dominio real que tenian en ella mas de trein- ta reyes. (1) Tambien habria que borrar los elogios demos llamar, el Mdartir del derecho de propiedad sobre la herencia legitima, asesinado infamemente por dispo- _ sicion de un tirano, porque no quiso vender la viia heredada de sus padres. (2) El derecho de soberania es por lo tanto un bien real que viene de Dios, dan- dolo 4 quien le agrada. Asi dié el primer imperio que ha habido en el mundo, que fué el de los caldeos, 4 Dario rey de los persas; (3) de este lo trasladé 4 Alejandro; de los griegos lo trasladé 4 los romanos;. y por fin, de estos lo trasladé en muchas fracciones, dandolas por partes, 4 los hijos del pueblo santo. (4 Ya hemos dicho que uno de estos reyes es el so- berano Pontifice, 4 quien Dios dié cetro y corona im- perial, real y sacerdotal; la cual por derecho legitimo de sucesion debia pasar de Pontilice 4 Pontifice, co- mo ha pasado en efecto por espacio de quince siglos; acatando este derecho todas las generaciones que ha habido en esa gran série de tiempo, excepto dos re- yes barbaros en el siglo octavo, los turcos en el nono, dos emperadores excomulgados en el undécimo, un ejército de herejes en el décimo sexto, un gran dés- pota al principiar nuestro siglo, y un pueblo alucina- do por las doctrinas anti-sociales en estos momen- tos. Son estas doctrinas Jas de la soberania de la mu- chedumbre; la de ser los reyes unos simples delega- (1) Gen., cap. XIII, v. 145.—-Josu., cap. XII, v. 24, (2) TIT. Reg., cap. XXI. Rome (3) Dan., cap. V, wv. 28, 31. (4) Tbid., cap, VIF, v. 27, So ER Ae St

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