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213 que profirid Lucifér no queriéndose sujetar 4 Dios: la blasfemia de todo espiritu orgulloso, que no reco- noce mas autoridad que la suya: la blasfemia joh in- fortunio de nuestros tiempos! que se intenta elevar 4 e sistema social; arrogindose la muchedumbre el dere- cho, y queriendo imponer ala autoridad el deber, sien- do asi que el derecho es propiedad de esta, y el de- ber es el patrimonio de aquella. Siendo esta doctrina infalibleé inmutable, no po- demos pasar en silencio que, para llegar 4 consumar el crimen sagrilégo de despojar al Vicario de Cristo de sus dominios temporales, se ha pretendido echar por tierra todos esos principios de la sana politica; sustituyéndolos con otros, cuyo planteamiento pro- dujese los resultados de que somos testigos. Dijose en primer lugar, que no convenia que existiesen prin- cipados pequeiios, porque estaban estos habitualmen- te en peligro de ser atacados por otros mayores, y— entrar por absorcion bajo el dominio de estos; se afirmé en segundo, que debian crearse las antiguas nacionalidades, para que cada una de ellas se !lama- se grande y fuese poderosa; y en tercero, despues de hinchados con ese humo los corazones de los pueblos, se les dijo a estos, que existia un derecho, el de poder constituirse cada pucblo como mejor le agradase,. el de poder declararse libre de la autoridad constitui- da, y el de poder anexionarse 4 quien le pareciese. Y, hay que decirlo. para vergiienza de esa ciencia ra- quitica del progreso tan decautado de nuestro siglo: con estos axiomas del nuevo derecho, se nos ha dis- pensado la honra de un retroceso mas alla de los tiempos de Agamenon 6 de Sesostris; 4 la confusion de lenguas en el campo de Sennaar; donde Dios sepa-

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