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s, 209 de las reglas establecidas por la Iglesia? Pues bien: las reglas para gobernar al pueblo en asuntos’sagra- dos, son respectivamente las mismas que para gober- ~narloenasuntos sociales: todas estan basadas en la ley eterna, por mas que no sean idénticas en su natura- leza, en su objeto y en su fin. Las reglas de buen go- bierno mundano son de derecho natural, y tienen por fin la felicidad temporal y el bien publics de los pue- blos; y las de! gobierno espiritual, ademas de ser de derecho natural, estan consignadas expresamente en el divino; son relativas 4 una institucion puramente divina, y se enderezan inmediatamented la salvaejon de las almas. Sabémoslo muy bien; esa eliminacion de los ministros del santuario de cuanto pertenece al gobierno de tos pueblos, es el medio que pretende introducir en la sociedad catélica la civilizacion mo- derna, con la mira de hacer del Sacerdote un emplea- do del gobierno civil, y ponerle una mordaza, para que cuando entran Jobos en su grey, no pueda gritar contra ellos, ni salvar sus ovejas. iste conocimiento inewmbe més principalmente 4 los sucesores de los Apdstoles; pues a ellos dirigié Jesucristo su voz, para-ensefiarles las maximas esen- ciales de la sana politica, fundandolas todas en aque- lla que dice: dad a Dios lo que es de Dios, y al César lo que es del César; (1) porque 4 ella convergen todos los preceptos que Cristo did 4 principes y 4 sibditos. Y ninguno mejor que sus discipulos ha comprendido es- tas maximas; pues clara y terminantemente dijo San Pedro 4 los principes de la Sinagoga, que en ningun caso tenian derecho para mandar cosa alguna contra (1) Mat., cap. XXII, v. 21.
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