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208 nadas, para cuando se intenta alejar 4 los ministros del santuario de que influyan con Ja doctrina saluda- ble del Evangelio en los asunto’ de los pueblos. No se les oye facilmente 4 esos semi-literatos proferir una sentencia del Salvador, de aquellas dirigidas 4 todo el que lleva el nombre de cristiano, por las cuales nos manda 4 todos, que seamos humildes, pobres de es- piritu, sdbrios, castos y perfectos, como lo es nuestro Padre celestial; que seamos obedientes 4 la autori- dad, que no nos afanemos por atesorar en la tierra, y que no vivamos como los paganos, entregados 4 la indiferencia por la salvacion de nuestras almas, y dan- do pabulo 4 la sensualidad. Al oir 4 esos hombres, se diria que Jesucristo no hablé nada para ellos; y _ que su doctrina es tan solo para los Obispos y Sacer- dotes, quienes, segun ellos, nada deben entender de politica y de cosas mundanas. Entre tanto, son precisamente los ministros sa- grados, los que con mas perfeccion han de conocer las reglas de la baena y sana politica; porque se re- duce al derecho que tiene el principe para mandar, y al deber en que esta el stibdito de obedecer; siendo esto lo que ensefid Jesucristo 4 sus Apdstoles, para E 3 4 3 Pisa ha que ellos lo ensefiasen tambien 4 todos. Y ,eémo han- de ensefiar lo que no saben? 4Como han de dirigir las _conciencias, si ignoran las reglas del derecho natu- ral y divino, en las cuales ha de fundarse toda poli- tica, ora profana, ora sagrada? Y jqué! ,No hay una politica santa y sagrada, con cuyas prescripciones los ministros de la religion de Cristo han de llevar A efec- to la administracion de las cosas sagradas? ,No pue- de haber en esa administracion, alguna vez, injusticia por parte del ministro, abuso de autoridad, y olvido

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