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198 vuestra parte con Satands y sus angeles, y con todos los precitos en el fuego inextinguible del infierno, mientras no os arrepintais, y hagais penitencia. (1) » Laescena del especticulo” que describimos esta en su Ultimo acto: la revolucion, no solo parece que triunfa, sino que se la consagran mantos purpurados y coronas duplicadas: el telon cayé, y ya no se oyen otros rumores, sino los de los gritos de los victorio- sos, quienes pretenden ahogar los ayes de doscien- tos millones de almas que lloran por el triunfo; no faltando algunas que llenas de timidez piensan que la torre de Babel va 4 concluirse esta vez.A estas al- mas hay que repetir aquellas palabras con que el pro- feta Jeremias consolaba 4 los israelitas, cuando creian proxima a perecer su raza: oid, deciaal pueblo ¢escogi- do 4 quien Dios afligia en su misericordia; esto dice el Seiior: descanse tu voz del llanto, ceseni tus ojos de lorar: porque hay recompensa para tus obras, y tus hijos volve- rén dela tierra enemiga. (2) A estas almas hay que de- cirles que aviven su fe, y oigan lo que decia Isaias tocante 4 una ciudad, en la cual estaba simbolizada Ja gran revolucion de los hombres contra Dios y con- tra su ungido. Yu he mandailo d los que tengo elegidos, dice el Seiior: he llamado en mi ira 4 los valientes, que van alegres en mi gloria. Vox de muchedumbre en las montanas como de muchos pueblos: voz de sonido de reyes y de genles y nactones reunidas: el Senor de los ejércitos se puso al frente de las-milicias de guerra. (3) No hay gue temer que-prevalezea la impiedad: la (1) Pontifie. Rom., Ip. Ord. excom. (2) Jer., cap. XXX, v. 16. : (3) Is., cap. XI, vv. 3, 4 ‘ ;
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