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196 ra de ser sibdito, como lo son todos, de una revolu- cion que lleva pirpura, cetro y espada.» Vo pedemos, ha respondido como siempre el venerable Pio 1X con Ja misma magestad: No podemos; pero esta vez ha si- do su voz sonora como la del cielo, cuando despide vayos, y terrible como la de Dios, cuande habla en su “ira y manda 4 la montaia erguida que se precipite en el Occéano. Huya, ha dicho, de Nuestra presen- cia, la mentira, la hipocresia y el error: Nuestro pue- blo gozaba de una paz inalterable, y habeis venido 4 perturbarlo, diciendo con mentira que no reinaba el orden en su seno, y que queriais establecer en él los principios de moralidad, ;Por qué intentais unir 4 Cristo con Lucifér? ;Por qué la verdad conla menti- va? Nos habeis despojado con violencia del poder tem- poral, que Dios Nos did; habeis arrojado sobre Nues- tra Ciitedra plomo, hierro y fuego, asesinando 4 Nues- tros hijos que la defendian; y decis que venis 4 dis- pensarnos proteccion, mientras que en realidad Nos habeis constrenido 4 una servidambre, que Nos impi- de gobernar la Iglesia universal. ;Oh! no: no entra- remos jams en convenios con Ja mentira y el error: Nos habeis reducido 4 un corto espacio, del cual-no podemos salir; pero tened entendido que, bien po- _deis reducirnos a lobrega prision, y darnos el negro pan del desterrado para comer, y las kigrimas amar- gas del cautivo para beber, mis no por eso consegui- réis vuestros intentos sacrilegos: triunfaréis de un anciano, reduciéndolo 4 cautiverio, 6 dando fin 4 sus dias; pero no sobre el derecho que Dios ha estable- cido; no sobre la justicia de su causa. Si Nos no vié- remos el dia del triunfo, lo vera Pedro; Pedro que vive con Nos en su Gatedra, y vivira y presidird en ES Ps ae i
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