BCCPAM000258-3-12000000000000

5 go, de adorar a Cristo. Caydles esta empresa parrici- da en suerte, repetimos; pero no se crea que Dios se la did, sino que cada cual se la tomé; no hubo sorteo para esta obra de iniquidad, y si lo hubo, tuvo lugar en el infierno, siendo Satands el que daba ese cargo 4 quien suponia que lo habia de desempenar con un éxito mas feliz. Extendiéronse unas veces abierta- mente las aguilas cesireas; otras, se desplegaron con suavidad las flores de lis; otras, hasta los castillos y leones cobijaban bajo su sombra 4 los que minaban la Iglesia de Cristo; y otras, hasta tremold la bande - ra de un cuartel conel emblema de los dadps, con que se jugd en el Calvario la tiniea de Cristo, para hacer guerra a su Vicario. ;Desgracia! No hay reino catélico que-pueda presentarse ante el cuerpo del de- lito y jurar, como mandaba la ley antigua, que no tiene parte en el asesinato. Grandes v horribles son las calamidades que ha padecido la Iglesia; pero hoy dia ni una sola bandera cristiana tiene derecho para levantar su voz y decir: juro que nuestras manos no han derramado esta sangre, ni nuestros ojos han vista la ac- cion criminal, (A) En esta alternativa hemos visto implicadas las na- ciones, y en esa azarosa marcha ha venido marechan- do con majestuoso continente la Esposa de Cristo, hasta que hemos llegado 4 uno de los ataques mis fieros que refiera la historia. Pero no hay que es- pantarse por él; es en sustancia el mismode las eda- des pasadas, y la diferencia est’ solamente en cl mo- do; su aspecto es ms feo por haberse usado cosas muy parecidas 4 los congresos secretos que tuvieron (1) Deut. cap. XXI, v. 7.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz